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lunes, 11 de julio de 2011

LECTURAS -MERCADO A TERMINO DE BUENOS AIRES- MAS DE 100 AÑOS DE HISTORIA

Mercado a Término de Buenos Aires – más de 100 años de Historia

Con motivo de que en el 2007, el Mercado a Término de Buenos Aires cumple cien años, se realizó el 16 de agosto en el salón San Martín de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la presentación del libro “Mercado a Término de Buenos Aires 100 años de historia”.En dicha presentación hicieron su exposición el presidente del MATba, Ricardo D. Marra, el historiador encargado del equipo de investigación, H. G. Bollo, el periodista Héctor Huergo y el historiador Félix Luna encargado de redactar el prologo de la obra, que transcribo a continuación:
MERCADO A TERMINO DE BUENOS AIRES – 100 AÑOS DE HISTORIA
-Entonces quedamos así?
-Así quedamos…
Después se dieron las manos; había quedado sellado el negocio. Sin papeles ni firmas, pero inamovible.En realidad, era lo que en esencia se hace diariamente en el Mercado a Término de Buenos Aires: comprar cereales u oleaginosas en tiempo adelantado. Este tipo de operaciones supone una gran confianza entre las partes intervinientes, pero también una gran confianza en el país.Desde hace un siglo, esta institución privada garantiza la compra y venta de cereales y oleaginosas a futuro, con lo que el productor rural reduce su incertidumbre sobre el valor de la cosecha y se crea una mayor previsibilidad en torno a este negocio.En 1907 gobernaba el Dr. José Figueroa Alcorta. Atrás había quedado el arduo periodo de las revoluciones cívicas y el sistema roquista (aunque Roca estuviera desplazado del poder) reinaba pacíficamente. La Argentina era conocida en Europa como el granero del mundo. La puesta en valor de la tierra, acentuada desde 1880, había transformado la llanura pampeana en un extenso trigal y sus productos exportables habían hecho posible la afirmación del valor de nuestra moneda y crear un estado de cosas que, es cierto, unos pocos aprovechaban totalmente, pero que en último análisis había beneficiado en mayor o en menor medida a toda la comunidad.Por esos años, una especie de mercado a futuro inorgánico e informal se reunía en la sede de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires; allí hacían sus transacciones algunos consignatarios, acopiadores y exportadores de cereales. Lo hacían, en realidad, como reacción frente a las picardías de algunos aprovechados que estafaban a los chacareros prometiéndoles precios fantásticos para sus cosechas, lo que había motivado quejas que llegaron a la prensa.En octubre de 1907 el Ministerio de Justicia aprobó los estatutos de la futura entidad, cuyo art. 2º establecía que su objeto era la realización de contratos a plazos para la compraventa de cereales, oleaginosos y derivados.Poco después se elegía un directorio presidido por don Carlos Mendl.Después de iniciar sus operaciones en un local alquilado, el Mercado a Termino se instaló en el recinto de la Bolsa de Comercio, para locuaz hubo de reformarse los estatutos de esta entidad, lo que se concretó en 1910. Allí operó hasta 1965, año en el que el Mercado a Término se trasladó al edificio de la Bolsa de Cereales, en la calle Bouchard, donde actualmente están concentradas todas las entidades vinculadas al negocio cerealero.El Mercado a Término ofrece algunas características que merecen destacarse. Es una sociedad anónima, lo que da una gran estabilidad. Sus negocios no fallan nunca, pues al ser garante de los contratos que se realizan bajo su amparo, en los rarísimos casos en que el comprador no puede cumplir con su obligación llegado el tiempo convenido, el Mercado paga al vendedor con lo que el productor está libre de cualquier eventualidad; es decir, que el negocio siempre se concreta. Finalmente, aunque es una institución privada y autónoma, el Mercado a Término actúa dentro del marco de la Bolsa de Cereales, una de las instituciones vinculadas al agro más antiguas y prestigiosas del país, y cuenta con su apoyo institucional.

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Por la naturaleza de las transacciones que se efectúan bajo su garantía, el Mercado a Término ha seguido de cerca y en forma permanente la evolución de nuestra producción cerealera y oleaginosa, que es como decir la evolución del campo argentino.Ha sido testigo – y también parte – de la época del mercado absolutamente libre, que se extendió aproximadamente hasta la década del ´30; de las diversas regulaciones que se impusieron en los años ´40 y parte de los ´50 por diversos gobiernos. Y ha sido y es actor de la revolucionaria transformación de la producción agrícola argentina en los últimos años.Hoy, el Mercado a Término puede enorgullecerse, como institución, del papel que ha cumplido y sigue cumpliendo en el proceso de hacer mas transparentes y seguros los negocios en torno a la producción rural. Sin ninguna duda, es uno de los factores que ha contribuido a modelar la promisoria realidad que actualmente ofrecen los cereales y oleaginosos dentro del panorama productivo básico del país.Es una realidad que muestra a la Argentina como el tercer productor mundial tanto de semillas como de aceite. Hay casi cincuenta plantas aceiteras sobre el río Paraná, y esta circunstancia ha convertido esa zona en un polo agroindustrial de enorme importancia en el orden internacional, con todo lo que ello implica en el rubro de la maquinaria agrícola y en el sector de la informática que provee de elementos para tomar decisiones rápida y confiablemente a todos los integrantes de la cadena productiva.

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Decíamos líneas arriba que un negocio en el marco del Mercado a Término implica un acto de confianza en el país.En efecto, quien se compromete a pagar un precio en un plazo convenido, quien acepta ese precio y ese plazo, las dos partes que componen el negocio, deben pensar en todas las variables que van a incidir en estos valores. Y cuando ambos actores deciden cerrar trato, con garantía del Mercado a Término, están haciendo una apuesta a la estabilidad y la seguridad de las condiciones que determinan las fluctuaciones del mercado; es decir, las condiciones generales del país.Esto lo vieron con claridad el hombre que en 1907 decidieron instalar en Buenos Aires un tipo de institución que entonces existía en muy pocos países.El tiempo les dio la razón y ahora, el Mercado a Término, a la altura de sus cien prolíficos años, puede sentirse satisfecho del papel que ha desempeñado en la brillante realidad que ofrece el campo argentino y quienes lo trabajan.

Félix Luna

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